Hoy que tengo tiempo vuelvo a hacer una práctica que no he llevado a cabo durante meses. ¿Cuál? Escribir en el Blog.
Este hecho no lo considero algo negativo, dado que al invertir tantísimas horas en el Máster, mi tiempo de ocio se vio reducido a la mínima expresión, y ya que escribir en este blog lo haría reducirse todavía más,mi decisión fue la de dejarlo totalmente de lado, y algún día que no hubiera estado un número de horas excesivo en la universidad, lo retomaría.Y como es evidente, ese día ha llegado.
Cuando empecé este blog pretendía escribirlo como un símil sobre una aventura, la ventura que iba ser la realización del Máster. Hoy, esa idea parece totalmente vacía de contenido. Será por la diferencia que hay entre la ilusión de emprender nuevos desafíos y el realismo de afrontarlos de frente y sin tapujos.
Hoy escribo pensando en la fantástica clase que hemos tenido de Cuadro de Mando Integral. Es curioso, cuando empecé el Máster no tenía ni idea de lo que era un cuadro de mando y ahora me parece algo fundamental y evidente. Volviendo a la clase de hoy, mientras que el profesor explicaba como se debe poner en práctica un cuadro de mando, realmente me imaginaba haciéndolo, poniéndolo en práctica en una empresa. Dudo mucho que esto quiera decir que sea mi vocación, pero creo que sería capaz de trabajar en ello y, cuando no tienes ningún tipo de perspectiva de futuro, cuando aun no tienes claro a qué quieres dedicar tu vida, esto es mucho, muchísimo.
Fran en MUDE
miércoles, 11 de marzo de 2015
viernes, 24 de octubre de 2014
La aventura no para
Cuarta semana de clase y esto no para. Bueno, para y no para.
Ante la carga de trabajos a la que estábamos siendo sometidos, ha habido un cambio. ¿Menos trabajos? No exactamente. Al final de curso habremos hecho los mismos trabajos, con la diferencia de que los habremos hecho en periodos de tiempo mejor repartidos, debido a parones (como en las ligas rusas) de algunas asignaturas. Cosa que es de agradecer, y mucho.
Después de cuatro semanas es de suponer que ya hemos retirado casi todas las telarañas veraniegas de nuestros maltrechos cerebros (maltrecho porque de mayo a octubre hay muchas fiestas por los pueblos y barrios, y claro, la pobre materia gris se resiente). Las agujetas neuronales han ido reduciéndose paulatinamente, cada vez cuesta menos enterarse de lo que habla el profesor, las asignaturas empiezan a tener más y más sentido. ¿Y como llevo lo de madrugar? ¡Ay madrugar! Esa es una batalla pendiente que algún día estoy por ganar, pero desde luego no será hoy.
martes, 7 de octubre de 2014
Empieza la aventura
Empieza la aventura, ¡Y qué aventura!
Pero antes de un principio siempre hay un final. En mi caso, este final se produjo a principios de junio, cuando descubrí que había terminado la carrera. Una carrera que me había llevado 5 años y que había supuesto uno de los pilares de mi vida: a raíz de tener algo que hacer yo edificaba mi vida. Tener horarios y fechas de exámenes hacía que yo solo tuviera que vivir mi vida alrededor de estos.
Pero la carrera se terminó, y con ella, una de las mejores experiencias de mi vida (no quiero que se me malinterprete: en clase me aburría y estudiar no es lo que más me gusta hacer a lo largo del día, puede que sea lo que menos; pero me gustaba estar con la gente de clase, me gustaba la idea de que todos los esfuerzos que hacía tenían un objetivo y un fin que al final recompensaría... En general, me gustaba esa vida).
Después de la euforia inicial, a mi cabeza solo vino una pregunta ¿y ahora qué?: ¿y ahora qué hago con mi vida? ¿y ahora cuáles son mis metas? ¿Cuáles son mis objetivos? Y como de costumbre, mi cabeza no tenía respuestas para sus propias preguntas. Así que me decidí a hacer algo que no me gusta hacer en absoluto: sentarme y meditar sobre mi futuro. En ese momento recordé una conversación entre unos familiares: uno de ellos, joven, se quejaba de que debía tomar una decisión que podría cambiar drásticamente su vida; el otro, un poco más mayor le dijo: "Desde que terminé la carrera, todas las decisiones que tomo podrían cambiar drásticamente mi vida".
Entonces, ahí estaba yo, dándome cuenta de que debía tomar una decisión que cambiaría drásticamente mi vida. Después de pensarlo, decidí que mi futuro laboral podría depender en gran medida de hacer un máster y de qué máster escogiera. Tras leer una gran cantidad de descripciones de másteres, el que más me convenció fue el Máster Universitario en Dirección de Empresas.
Y aquí empieza la aventura. En un aula de color verde emprendo este nuevo viaje, cuyo comienzo ha sido motivador, y a la vez agotador ¡Terriblemente agotador! Qué cantidad de trabajos y tareas, qué cantidad de horas invertidas; ¡y solo en una semana! Pero bueno, supongo que esto, como todo, es acostumbrarse, saber vivir con ello, y que una vez que ya me haya acostumbrado me preguntaré como pude vivir antes sin estar tan atareado... Quizá esto último sea una exageración, pero ojalá sea así. Eso indicará que esta experiencia también ha sido muy positiva, como realmente espero que sea, y como creo que va a ser.
De momento, este máster ya me ha hecho hacer algo que nunca había hecho: escribir en un blog. Que me sea más o menos útil en mi vida es imposible de saberlo, pero sin duda está siendo una experiencia nueva, que no me hará ningún daño, y que me resulta terriblemente rara. ¿En serio esto lo va a leer alguien? Si es así, espero, lector, que no se te haya hecho una lectura desagradable, y espero que, incluso, te haya parecido interesante, no mucho, pero lo suficiente como para no dormirte delante del ordenador, cosa que no es sana y que no recomiendo.
Y con este buen consejo termino mi entrada en el blog.
Saludos
Pero antes de un principio siempre hay un final. En mi caso, este final se produjo a principios de junio, cuando descubrí que había terminado la carrera. Una carrera que me había llevado 5 años y que había supuesto uno de los pilares de mi vida: a raíz de tener algo que hacer yo edificaba mi vida. Tener horarios y fechas de exámenes hacía que yo solo tuviera que vivir mi vida alrededor de estos.
Pero la carrera se terminó, y con ella, una de las mejores experiencias de mi vida (no quiero que se me malinterprete: en clase me aburría y estudiar no es lo que más me gusta hacer a lo largo del día, puede que sea lo que menos; pero me gustaba estar con la gente de clase, me gustaba la idea de que todos los esfuerzos que hacía tenían un objetivo y un fin que al final recompensaría... En general, me gustaba esa vida).
Después de la euforia inicial, a mi cabeza solo vino una pregunta ¿y ahora qué?: ¿y ahora qué hago con mi vida? ¿y ahora cuáles son mis metas? ¿Cuáles son mis objetivos? Y como de costumbre, mi cabeza no tenía respuestas para sus propias preguntas. Así que me decidí a hacer algo que no me gusta hacer en absoluto: sentarme y meditar sobre mi futuro. En ese momento recordé una conversación entre unos familiares: uno de ellos, joven, se quejaba de que debía tomar una decisión que podría cambiar drásticamente su vida; el otro, un poco más mayor le dijo: "Desde que terminé la carrera, todas las decisiones que tomo podrían cambiar drásticamente mi vida".
Entonces, ahí estaba yo, dándome cuenta de que debía tomar una decisión que cambiaría drásticamente mi vida. Después de pensarlo, decidí que mi futuro laboral podría depender en gran medida de hacer un máster y de qué máster escogiera. Tras leer una gran cantidad de descripciones de másteres, el que más me convenció fue el Máster Universitario en Dirección de Empresas.
Y aquí empieza la aventura. En un aula de color verde emprendo este nuevo viaje, cuyo comienzo ha sido motivador, y a la vez agotador ¡Terriblemente agotador! Qué cantidad de trabajos y tareas, qué cantidad de horas invertidas; ¡y solo en una semana! Pero bueno, supongo que esto, como todo, es acostumbrarse, saber vivir con ello, y que una vez que ya me haya acostumbrado me preguntaré como pude vivir antes sin estar tan atareado... Quizá esto último sea una exageración, pero ojalá sea así. Eso indicará que esta experiencia también ha sido muy positiva, como realmente espero que sea, y como creo que va a ser.
De momento, este máster ya me ha hecho hacer algo que nunca había hecho: escribir en un blog. Que me sea más o menos útil en mi vida es imposible de saberlo, pero sin duda está siendo una experiencia nueva, que no me hará ningún daño, y que me resulta terriblemente rara. ¿En serio esto lo va a leer alguien? Si es así, espero, lector, que no se te haya hecho una lectura desagradable, y espero que, incluso, te haya parecido interesante, no mucho, pero lo suficiente como para no dormirte delante del ordenador, cosa que no es sana y que no recomiendo.
Y con este buen consejo termino mi entrada en el blog.
Saludos
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